PRIMER TESTIMONIO
Tengo 28 años, soy mujer, y de niña fui víctima de abuso sexual. He vivido desde entonces, en carne propia las terribles consecuencias de sufrir durante años el abuso por parte de mi abuela paterna. Tengo pocos recuerdos, porque la mente es muy sabia y suele bloquear aquellas cosas con las que no podríamos lidiar o las que nos provocan mucho dolor, pero lo poco que recuerdo me basta para saber y sentir que mi abuela me robó la niñez.
Desde los 4 años hasta los 10 años aproximadamente tuve que sufrir este infierno en profundo y solitario silencio. Sentía miedo, culpa, verguenza, me sentía de alguna manera responsable de lo que sucedía, y además no me quedaba muy claro que era lo que sucedía porque mi inocencia solo me permitía entender que lo que yo estaba viviendo no era normal, no estaba bien, me hacía sentir muy mal, pero sobre todo me provocaba un profundo rechazo hacia mi abuela, (quien era la persona que me cuidaba todos los días).
Siento que no tuve niñez. Mis juegos eran siempre relacionados con lo sexual. Mi dolor y soledad era tal que ya a temprana edad deseaba morirme. Mis depresiones comenzaron cuando era niña, pero los adultos no se dieron cuenta por lo que tuve que lidiar sola con ella durante años.
Es terrible el sentimiento de amor y odio que se siente, cuando quien está abusando de ti es un familiar, tu abuela, la que te cuida y supuestamente protege. Mi niñez y adolescencia estuvieron cargados de terror, inseguridad, soledad, baja autoestima y odio hacia mi misma.
Me convertí en una niña terriblemente introvertida y solitaria, más aún siendo hija única. Era una niña perdida y desamparada en un mundo de adultos que jamás desconfiaron de mi "dulce y gentil" abuela que "tanto me quería" y "cuidaba". Los abusadores son justamente quienes menos pensamos, y suelen ser muy queridos, respetados y simpaticos: la fachada perfecta.
Mi adolescencia no fue tan diferente. Tuve grandes problemas para relacionarme con mis pares, seguí siendo introvertida, pero mi depresión aumentó y pensé en suicidarme varias veces. Mi desesperación y dolor eran tal que ya no soportaba vivir. Lo único que me detuvo fue pensar en el dolor que les causaría a los que me amaban.
Fue a los 17 años que a partir de una carta desesperada empapada de mis lágrimas, que pedí ayuda a mi madre y comencé mi tratamiento con psiquiatras, con quienes realicé terapia y recibí medicación.
Aún así mi alma no estaba aliviada. A los 20 años recién me atreví a contarle a mi madre que yo había sido abusada, pero le mentí: le dije que no recordaba quien había sido el culpable. Es que mi madre siempre me decía que era capaz de matar al que me hiciera daño..., tuve miedo. Por supuesto en todos esos años seguí viendo a mi abuela todos los días...
A los 23 años pude confesar a mis padres lo que mi abuela me había hecho, a partir de allí comenzó mi sanación y liberación. Fue muy duro para toda la familia, especialmente para mi padre, porque la abusadora era su madre, pero nos apoyamos entre todos, nos acercamos más, y nuestro mutuo amor fue curando las heridas.
Como dije al principio, hoy tengo 28 años, casi 29, y a pesar de que mi niñez y mi adolescencia fueron muy duros, y de que gracias a lo que tuve que vivir sufro de trastorno bipolar y debo tomar psicofármacos de por vida, hoy soy feliz. Valoro la vida, estoy rodeada de gente que me ama, y sobre todo que amo. Gracias a la terapia psicológica que a la que aún asisto pude superar mi terrible depresión, y hasta enfrentar a mi abuela y perdonarla por todo lo que me hizo.
ATRÉVANSE A ROMPER EL SILENCIO: LA SANACIÓN COMIENZA CUANDO LOGRAMOS DECIR LO QUE NOS PASA.
SEGUNDO TESTIMONIO
Imposible olvidar la tarde que se hizo noche tan rápida…, jamás se podría olvidar la loca manera del destino que convierte las realidades que eran arcoiris en plenos inviernos de esos sunamitas.
Era tan extraño jugando tan simplemente en el patio, en el hogar, en lo que sería seguro para cualquiera se termina convirtiendo en el más tenebroso cuento de terror, cosas que no olvidaré , gritos y palabras que quedarán en aquel eco del silencio. Mi cara de espanto era tan ilustrable, susto, miedo y 8 años que parecían ir transformándose en 9,15,20 y más, era cada cosa un envejecimiento progresivo del alma. Las manos en la cara los gritos de «dale rápido», las lágrimas cayendo, el grito de ayuda y la dada de espalda de uno de ellos para cerrar aquella puerta que no se abriría mas…Esa puerta cerrada era tan significante, era el no volver a ser igual, era la etapa final de un momento , era el dolor que decidía habitar en penumbras y así mantenerme ,era la culpa del «no seré normal nunca más».
Pasó el tiempo y esos seres invisibles como la culpa , el dolor y el miedo fueron los enemigos de los que me cobré venganza. El vencer esos «sentires» fue la inspiración de mi sentidos, jamás volvería a ser el mismo pero no porque unos perversos determinaron eso para mi vida, sino que porque yo convertiría mis lágrimas en el mayor combustible de superación.
Esa tarde donde todo fue tan horrible lo peor fue aquel corta uñas que me arrancó las piezas dentales sin piedad, el grito más profundo ya no era de dolor era de ¡Muerte!. Cuando muchos dicen algo en cuestión de mi vida le ordeno enmudecer porque no seré perfecto pero soy un sobreviviente del mismo infierno ¡!!! Quien puede decir algo si yo sufrí, bajé al infierno y subí sin quemarme, los restos de cenizas serán el recuerdo de mi fe, de mi actitud, de mi «NADA SERA IGUAL YO SERE DIFERENTE PARA BIEN». Ganar premios como comunicador, ser actor o un referente de lucha en fundaciones son es el premio, para mi el premio hoy son miles de jóvenes y niños que son consolados al escuchar en los talleres que algo que marca la diferencia es la determinación.
Es verdad que nos marcaron con dolor pero yo decidí determinar marcar con amor, él todo lo puede, todo lo sufre y es más fuerte, aún más que la misma muerte, porque ¡¡¡amar nos da eternidad!!!. nos da esa cosa que nos enlaza el alma. Cada lágrima corrida por este rostro forjó en mi la sobrevivencia, pero cada abrazo hoy invertido forjan en mi la alegría, yo rompo el silencio por el que no pudo y hoy ya no está entre nosotros,yo y «yo tengo un sueño» ¡rompemos el silencio!.